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Lo nuevo y lo viejo en el siglo XV

Se observaba una falta de iniciativa que dejaba abierto el camino a otras autoridades de alcance menos universal. Los movimientos conciliares habían desembocado en concordatos entre el papado y los diversos reyes, cuya naturaleza general era que la autoridad central de la Iglesia cediera parte de su dominio, y permitiera a los reyes incrementar su parte en la administración de los negocios eclesiásticos. Al igual que las más grandes y duraderas transferencias de autoridad, éste no fue un arreglo que se realizara meramente desde arriba; en cierta forma, satisfacía a gran número de las personas afectadas. Durante largo tiempo, el sentimiento nacional había ido creciendo en varios países y se desarrolló más efectivamente allí donde tres factores contribuyeron a ello: un desarrollo del idioma y la literatura vernáculos, una tendencia a la disidencia o, por lo menos, a la fricción administrativa en cuestiones religiosas, y la influent de una corte vigorosa. Todos estos factores coexistieron en Francia, y la monarquía francesa alcanzó cierto grado de autonomía respecto de la Iglesia galicana; pero en otros países, como Inglaterra, la fuerza creciente de la conciencia nacional, aunque perceptible en otros aspectos, no perturbó, durante largo tiempo, el equilibrio entre los poderes religioso y secular. Sin embargo, en ningún lugar faltaron las fuerzas que podrían perturbar tal equilibrio.

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