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La imprenta

Algo parecido se conocía en China desde mucho tiempo antes, y no podemos afirmar con seguridad si los europeos aprendieron el arte de la imprenta directa o indirectamente de los chinos o si lo descubrieron por sí solos. Ni siquiera sabemos con exactitud cuándo y dónde se practicó primero este arte en Europa, pero nuestra ignorancia al respecto refuerza la idea de que no fue traído de fuera, plenamente desarrollado, a una civilización occidental que no estaba preparada paTa recibirlo, tal y como se llevó el teléfono al África del siglo xix. En su aspecto técnico, se habían recorrido ya varias etapas preparatorias. A comienzos del siglo xrir, o quizás en el siglo XII, se habían impreso dibujos en telas con bloques de madera tallados en relieve. Hasta comienzos del siglo xv, la escritura tenía que hacerse sobre pergaminos o materiales semejantes, de piel, cuya cantidad era necesariamente limitada y de precio relativamente elevado. A partir de ese momento, sin embargo, comenzó a abundar el papel de trapo y esto permitió que la producción de sitios y la escritura en general se expandieran indefinidamente. Luego llegó la impresión con bloques de madera sobre papel: había grabados en madera de santos y cartas de barajas. Después, sólo se necesitaban unas cuantas adaptaciones en las prensas y en la fabricación de bloques para perfeccionar el arte y los últimos pasos muy probablemente se dieron en Maguncia, rica ciudad comercial y culta capital eclesiástica.

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