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El sistema de estados europeos
Publicado por
Nelson Andraden
En los países más sencillos y pobres, donde la vida de las ciudades se hallaba menos desarrollada, la autoridad central no disponía de una maquinaria tan compleja. En vez de tratar directamente con cada uno de sus subditos, debía recibir su información y comunicar sus decisiones a través de autoridades intermediarias, que no eran servidores del gobierno, sino que debían su posición a su propio rango o poder, es decir, comúnmente a su calidad de terrateniente o señores feudales. En Polonia y Hungría, por ejemplo, la maquinaria administrativa central, por carecer de una clase media, había avanzado muy poco y los reyes no podían hacer nada sino a través de sus feudatarios. Por otra parte, las asambleas de "estados" se habían propagado por toda la Europa occidental y central. A fin de obtener el asentimiento de quienes debían pagar y obedecer, los reyes habían consultado siempre a algunos de sus subditos, con mayor o menor formalidad, y a medida que transcurrió el tiempo descubrieron que era mejor reunir, de vez en cuando, no sólo a los nombres principales, sino también a quienes estaban socialmente por debajo de ellos, los cuales, estaban obteniendo tal posición económica y social y poseían una actitud mental tan propia que los magnates feudales ya no podían responder por ellos tan satisfactoriamente como lo hicieron en otro tiempo. La Iglesia tenía una larga experiencia de una maquinaria representativa electiva y, en cierta medida, pudo servir de ejemplo. Así, en la mayoría de los reinos se efectuaban reuniones generales o regionales, más o menos estrictamente divididas en secciones, que correspondían a las divisiones principales de la comunidad y que reflejaban, en sus funciones y en su grado de independencia, la posición social de sus miembros. En la mayoría de ellas, figuraban los más grandes nobles, un número escogido de terratenientes menores y representantes de las ciudades. En muchos países, especialmente en tiempo de crisis, los estados se atrevían a oponerse a los funcionarios civiles, a los magnates feudales o a los reyes mismos. Trataban a veces de ampliar sus funciones y podían llegar a convertirse en un factor de la lucha general por el poder.
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