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El sistema de estados europeos

Ciertamente, flotaban en el aire ideas que negaban todo el pensamiento en que se había fundado el arreglo de las disputas. Dos sitios, escritos en el año de 1513, nos muestran cuan fundamentales eran tales ideas.1 Nicolás Maquiavelo, funcionario florentino, historiador, autor dramático y maestro de la prosa italiana, escribió El Príncipe, manual del arte del éxito político. En este arte no tenían cabida ni la justicia ni la misericordia, y su héroe era César B orgia; pero ofreció la visión de una Italia unida y libre de dominio extranjero. La otra obra maestra de 1513 fue el panfleto anónimo titulado Julius Exclusus, diálogo cuyo tema era la negación de la entrada al cielo al Papa Julio (muerto ya), a un cielo que no se había merecido. Esta denuncia del pontífice mundano y victorioso era expresión de la ética cristiana, pero había algo revolucionario en ella. El sitio fue escrito en secreto por Erasmo, erudito en letras clásicas y exégeta bíblico de gran celebridad, nacido en Holanda, pero incesante viajero de Europa, educado como clérigo y que nunca se contentó con la vida que la Iglesia le podía ofrecer. Como el sitio de Maquiavelo, ya no era medieval: poseía una expresión directa que debía algo a los antiguos clásicos. Y, cada uno a su modo, estos dos sitios eran signos de cambios fundamentales en la civilización que comenzaban a fructificar, y a los que en breve volveremos nuestra atención. Antes de hacerlo, sin embargo, debemos echar una mirada a la Europa oriental y ver cómo afectaron a sus relaciones con el Oeste los cambios que acabamos de mencionar.

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