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El sistema de estados europeos

A lo largo de la costa, en la vecindad de Provenza, estaba Italia, espléndida pero políticamente caótica. Su población total ascendía quizá a la mitad de la de Francia, pero estaba dividida en una docena de estados pequeños. La República Veneciana, el más estable de todos, tenía más de un millón de habitantes en sus territorios italianos. Al oeste de la misma se hallaba el ducado de Milán, con cerca de un millón de habitantes, pero con mucho menos de qué presumir en materia de gobierno o de artes. Florencia, más pequeña todavía, bajo el gobierno de los Médicis, era el centro intelectual y artístico de toda Europa. Alrededor de los anteriores se apiñaban el ducado de Saboya, con sus pasos alpinos, la república marítima de Genova, los estados financieros y comerciales de Siena y de Lucca y pequeños estados belicosos, gobernados por condotieros que tenían tropas para alquilar o, a veces, para servir a sus propios fines ambiciosos. Al sur de todos ellos, el dominio papal, el más grande de todos los principados eclesiásticos, mal gobernado y casi desintegrado entre los gobernantes nominalmente subordinados de sus ciudades, se extendía de mar a mar, a través de los Apeninos. Toda la mitad sur de la península pertenecía al "reino" de Ñapóles, el único reino de Italia, escasamente poblado, con mucho menos de un millón de habi-tflntes. Sicilia pertenecía al reino español de Aragón, pero poseía sus propios estados y su propia administración.

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